Con ganas de parar y ver el mundo, de contemplarlo, de sentir su fuerza y su
luz.
Con ganas de parar y escuchar el silencio interrumpido de la
noche, roto por pájaros que aclaman libertad.
Con ganas de parar y disfrutar la soledad rodeada de vida.
Con ganas de parar y perderme en las miradas de desconocidos
que se te clavan cayendo en la admiración incomprensible.
Con ganas de parar y sentir la brisa cálida y mojada, mojada
de agua que concede esperanza.
Con ganas de parar y entender la sencillez del presente, la
simplicidad del momento y la magia de la vida.