miércoles, 18 de mayo de 2016

Crea innova educa

Una vez finalizadas las jornadas, las primeras par mí, y las terceras de esta facultad, una vez recuperadas las horas de sueño invertidas y nunca perdidas en este proyecto, toca hacer balance de estos días.

Empezar sin ninguna duda, dando las gracias. A pesar de los múltiples errores y de los muchos aspectos a mejorar, se superpone el agradecimiento. GRACIAS a quien nos hace creer y a quien cree, a quien comparte la causa, y nunca la ve perdida, a quien usa la educación haciendo que transcienda y no se limite a un aula, ni a un libro, ni a un espacio ni tiempo determinado, a quien hace que la educación no tenga límites. GRACIAS a los y las que se preguntan quién enseña a quién, pues se da cuenta que la jerarquía es otro muro limitador. GRACIAS a las que aman su profesión e inspiran la confianza necesaria para que sus estudiantes, su centro y sobre todo las familias, crean que otra educación es posible, y está siendo posible.

A pesar de los momentos de agobio donde ríes por no llorar al ver a 200 niños y niñas y no saber qué hacer con ellos. A pesar de tener agujetas de recorrer esta facultad. A pesar de los madrugones y las horas tardías de llegada a casa, y pensar que más me vale ya quedarme a dormir en la facultad.. todo vale la pena. Ver que es real, que existe el aprendizaje basado en proyectos, cuando un niño de 6 años te explica cómo aprende (no cómo memoriza), y no porque se lo hayan dicho, sino porque lo sabe, porque lo ha integrado. Cuando te das cuenta de que nada surge de la nada, de que lo que hay detrás de esos grandes proyectos son personas ilusionadas, donde todos tienen cabida, no hay eslabones perdidos, todos suman, donde la transformación ocurre todos los días, y no una semana antes del examen, donde todas las personas, docentes, estudiantes, familias se comprometen y reflexionan, donde el día a día de la escuela jamás olvidará el contexto de la persona, donde se aprende a través de los cinco sentidos, donde los y las aprendices se convierten en artesanos de su propio futuro, en actores activos de su educación, donde la escuela deja de ser individualista y comienza a ser individualizada, donde nos replanteamos lo cotidiano por el hecho de ser cotidiano. Cuando una niña te dice que para ser buena profesora hay que ser feliz, que lo que quieren son profes que jueguen, que participen, alguien a quien admirar, que le ayude a crecer, que crea en ellas; es ahí cuando te replanteas el modelo de educación, tu ideal de escuela y se refuerzan tus de ganasseguir aprendiendo.

Estas jornadas me han formado más, académica y personalmente, que tantos meses estudiando Pedagogía, y sí, me encanta la carrera, porque me da la posibilidad de acercarme a estos eventos y formar parte ellos, me encanta mi carrera por profesoras concretas y extraordinarias, por momentos precisos y enseñanzas profundas, por conversaciones que me llenan. Pero no por el día a día, no por exámenes, no por memorizar, no por ser 60 en clase, no por sus power point, no por las mesas rígidas dándonos la espalda, no por el compañerismo que brilla por su ausencia, no por la lucha de poder que se inhala, ni el estrés que se exhala, no por el conformismo ni el miedo de cambiar.

Creo, sinceramente, que debemos pararnos, dejar de avanzar con un rumbo que nos oculta el horizonte. Preguntarnos a dónde queremos ir, y por qué, y sobre todo cómo. Ver, ser consciente de nuestro pasado y nuestro futuro, y darnos cuenta que es el mismo, la escuela. Y unirnos a ella, aprender con ella, que esta facultad se acostumbre a escuchar los pasos de estas niñas y niños, sus risas y sus gritos. Que se acostumbre que esto es escuela, esto es educación.

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