No necesité tiempo, ni cariño, ni acciones
solo palabras que conquistaron
el panteón de mis sombras,
que devoraron mis ansias
muriendo el león.
Felino manso renació
a ordenes del señor.
Solo una mirada necesité
para comprender el silencio
de tantas horas y de tantos pensamientos.
La duda sigue viva
pero la estocada recibida
es de muerte de por vida.
Me diste un suspiro
y tomé todo tu aliento,
me concediste una sonrisa
y te di la vida que no tenía,
me destapaste el mundo
y a ciegas lo amé.
Dame alas y me comeré el cielo
que abocados escupo
fuego de sus entrañas
pues me abrasa el frío de tu corazón.
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