sábado, 10 de marzo de 2018

tiempo




Manecillas que aprietan,
correa que oprime
ceñida al esqueleto,
sangre que ya no corre.

Cada segundo se clava
pero de nuevo el silencio
que nos brinda el segundero
nos concede el beneficio de la duda,
la alevosía de la incertidumbre.

Una vuelta,
y de nuevo otra,
y un sin fin más,
precedidas por el infinito
y enterradas en la eternidad.
Condenadas al devenir interminable.

Y abres los ojos
y enseguida cerrados volverán a quedar.
Solo
nos queda el parpadeo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario